Los extremeños por lo general somos un pueblo modesto, de gente
trabajadora, afable
y
disciplinada.
Por
otro lado, también tenemos
un carácter dócil que no nos ayuda demasiado a la hora de vindicar
igualdad
de derechos y obligaciones. Además
cargamos con el lastre de la imagen estereotipada que fijó
Buñuel en su película y tantos otros y que tan flaco favor nos han hecho.
Somos
un enigma para los españoles, pero
aún más misteriosas si cabe, son las extremeñas. Por
ello, queremos
dedicar una serie de artículos a mujeres
de la región que destacan
o
han destacado , en algunas
facetas del
conocimiento.
¡Tenemos
tantas insignes científicas,
escritoras,
periodistas, académicas,
artistas,
deportistas…! Son mujeres que han luchado
doblemente
contra los convencionalismos y prejuicios que
su tierra de origen y su sexo soportan. Son mujeres que nos inspiran
a todos, y llevan muy lejos el nombre de Extremadura.
Luisa de Carvajal y Mendoza.
(Jaraicejo,1566-Londres,1614)
Quedó huérfana a edad temprana y fue a vivir a Soria con su tío materno, Francisco Hurtado de Mendoza, marqués de Almazán, junto a la esposa de éste y sus primas. Allí recibió una educación doméstica e intelectual esmerada: lecciones de latín, lectura de los clásicos, conocimientos cristianos y la práctica de la caridad, una de las ocupaciones más importantes de las mujeres nobles.
En un manuscrito acerca de su vida espiritual que dirigió a su confeso, Luisa Carvajal no llega a explicar claramente qué sucedió con su tío, pero alcanza a mostrar que el marqués la sometió a sádicas «penitencias».
Al morir sus tíos, reclama su herencia paterna, y la dona a los Jesuitas con quienes había estrechado lazos. A los 26 años de edad abandona las costumbres de la nobleza, e incluso llega a usar vestimenta de monja en su casa, pero sin entrar en un convento. En 1593, hizo los votos de pobreza, obediencia, mayor perfección y martirio. A partir de este momento, en su residencia establecerá una especie de beaterio. También brindaba consuelo y consejo a las damas nobles y reales que la solían visitar.
En 1595, conmovida por la ejecución en Inglaterra del jesuita inglés Henry Walpole, decidió dedicar su fortuna a la creación y mantenimiento del Colegio Inglés de Jesuitas enLovaina (Bélgica)
Diez años después, partiría hacia Londres, en el peor momento: justo antes de que un grupo de católicos intentara volar por los aires el Parlamento inglés para derrocar el Gobierno del rey Jacobo. En esta época Carvajal se dedicó a la peligrosa tarea de proteger a estos acusados, inmiscuyéndose en política y eso resultaba peligroso tanto para ella como para España. Y es que su carácter apasionado y luchador, unido a su deseo de morir mártir, la llevaba a mostrar conductas claramente provocadoras. La consecuencia más inmediata fue el doble encarcelamiento que sufrió por conspirar contra el rey Jacobo I.
Tras salir de la cárcel, la corte de Madrid ordenó que saliera de Inglaterra, pero su quebrantada salud hizo que muriera antes. Sus restos tardarían en volver a España; llegaron en agosto de 1615 y fue enterrada en el Real Monasterio de la Encarnación de Madrid, donde se conservan sus manuscritos autobiógrafos.
Luisa de Carvajal fue una de las más célebres poetas místicas de España.
Su obra literaria consta de 50 poesías y 180 cartas. Sus poemas fueron conocidos por copias manuscritas y sólo después de morir la autora aparecieron algunos publicados dentro de la biografía que redactó el licenciado Luis Muñoz en 1632. Su poesía es religiosa, espiritual y de exaltación del amor místico con Dios.
Carolina Coronado
Victoria Carolina Coronado y Romero de Tejada
(Almendralejo 12 de diciembre de 1820- Lisboa 15 de enero 1911)
Carolina fue educada en la forma tradicional para las niñas de la época: costura, labores del hogar, etc. pese a lo cual, ya desde pequeña mostró su interés por la literatura y comienza a leer, robando horas al sueño, cualquier género u obra que puede conseguir.
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Retrato de Carolina Coronado realizado por Federico de Madrazo en 1855. Museo del Prado |
Amante del progreso y de los inventos, emprendió junto a su esposo la aventura del cableado submarino trasatlántico con la ilusión de evitar en el futuro muchas guerras. Amiga de la reina Isabel II y cortejada por la élite política y literaria, ofreció su salón, escenario de frecuentes tertulias, como un refugio del pluralismo ideológico. Con sus escritos y con la denuncia de sus versos, se rebeló ante las injusticias. Y su voz pudo oírse al otro lado del océano cuando, simpatizando con la causa del presidente Lincoln, abanderó la abolición de la esclavitud en América.
Al llegar las revoluciones se van a vivir a Lisboa.
Debido a la catalepsia crónica que padeció la escritora durante toda su vida, su relación con la muerte era un tanto obsesiva. Tenía temor a ser enterrada viva, y esa obsesión la condujo a negarse a enterrar a su esposo cuando falleció, procediendo a su embalsamamiento.
Viuda desde 1891, falleció en el palacio de la Mitra de Lisboa el 15 de enero de 1911